Origen del Pan de Calatrava
De donde viene este postre tan rico, como pasa en la mayoría de los casos, es algo sobre lo que hay diferentes versiones. Unos dicen que se debe a la influencia musulmana, concretamente a la ciudad de Calatrava, en Ciudad Real, cuyo nombre se remonta al árabe Qal’lat Rabah, que se traduce por “fortaleza de Rabah”, nombre del noble Rabah, que vivió en esta ciudad en el siglo VIII.
Otros dicen que es una variación al flan y las natillas, que tienen su origen en el Mediterráneo y se remontan a la época romana. También se habla de los monjes de la Orden de Calatrava o incluso de un posible origen andaluz.
Es cierto que en la Edad Media hay tres ingredientes que se encontraban muy a menudo en las cocinas de los monasterios: huevos, canela y azúcar, por lo que es fácil imaginarse que en aquel entonces preparasen algún postre parecido al pan de calatrava.
Lo que sí sabemos es que en época de carestía, sobre todo en zonas de la huerta, es muy fácil encontrar sus ingredientes: pan que se hacía en las casas y leche y huevos que proveían los animales domésticos que todo buen campesino tenía a mano para no pasar hambre.
La verdad es que, sin saber cómo, se ha convertido en un postre estrella de la Región de Murcia y que es poco conocido en otras zonas españolas más alejadas de nosotros.
El querer hacerlo más apetitoso a la vista ha hecho que le pongamos caramelo líquido para que, al derretirse y voltear, de una apariencia agradable a este postre tan fácil de realizar y tan sabroso a la hora de saborear.
En el libro “Viaje por la Mancha de Don Quijote y Sancho” de Alfredo Villaverde Gil, nos encontramos con una variante de esta receta donde indica que se hace con pan de centeno, se le añade almendra picada y anís seco, pero eso ya va en gustos.
Ingredientes
(Para 8 personas)
6 magdalenas, o 200 gramos de pan del día anterior, o igual peso de bizcocho.
Medio litro de leche
120 gr. de azúcar
Ralladura de limón
Una pizca de canela molida
Azúcar para el caramelo
4 ó 5 huevos, depende de su tamaño.
Precalentar el horno a 200ºC. Mientras, hacemos el caramelo utilizando tres cucharadas de azúcar y un poquito de agua en un cazo, removiendo hasta que tome color. Cubrimos el fondo del molde
A continuación troceamos las magdalenas o el pan o el bizcocho que vayamos a utilizar y lo repartimos por el molde. Separamos las yemas de los huevos y las claras, para batir éstas a punto de nieve. Añadimos las yemas y removemos, echando poco a poco la leche, el azúcar, la ralladura de limón y la canela.
Verter en el molde con cuidado, dejando que se empapen bien las magdalenas. Poner al baño maría y hornear durante unos 25-30 minutos, hasta que al pinchar con un cuchillo salga limpio. Dejar enfriar, desmoldar en una fuente colocándolo boca abajo y guardar en la nevera hasta el momento de servir.
Está mejor haciéndolo de un día para otro, pero todo está en el tiempo que podáis esperar a probarlo.
Hay gente que suele poner un poco de nata montada en el mismo plato del comensal para darle más sabor, aunque no es necesario.