El título es una frase que dijo Robert Louis Stevenson en su momento. Cierto es que podemos atribuirle al vino muchas menciones en su larga trayectoria. Tanto es así, que desde la antigüedad se ha hablado sobre él y los beneficios que aporta.
“Quemad viejos leños, bebed viejos vinos, leed libros viejos, tened viejos amigos”, decía el ilustre Alfonso X El Sabio.
Karl Marx afirmó que “Ten cuidado de confiar en alguien a quien no le guste el vino”
Louis Pasteur dijo que “el vino es la más saludable e higiénica de las bebidas”, y Humphrey Bogart sentenció que “el mundo entero tiene más o menos, tres vasos de vino de retraso.
Son innumerables las anotaciones que podemos hacer sobre el vino en todos los aspectos de la vida. Mucha gente sabia anotó sus beneficios y dedicó notables recomendaciones sobre su consumo.
Así, Eurípides ya nos advirtió de que “donde no hay vino, no hay amor”, y saltando hasta Eduardo Galeano podemos leer una de sus frases al respecto: “Todos somos mortales hasta el primer beso y la segunda copa de vino”
Ya se apenaba Hemingway que dijo que “lo único que lamento en la vida es no haber bebido más vino”
Si nos adentramos en el mundo del refranero español, cierto es que encontramos gran cantidad de dichos agudos sobre el vino y sus cotidianidades.
“Si bebes para olvidar, paga antes de empezar”
“El que al vino le echa agua, de dos cosas buenas, hace una mala”
“Al que va la bodega, por vez se le cuenta, beba o no beba”
“El vino alegra el ojo, limpia el diente y sana el vientre”
“El vino malo es mejor que el agua buena”
“Bebe el agua a chorros y el vino a sorbos”
“Cada tres bocaditos, un traguito”.
Y en Murcia, tierra bendecida por el Dios Baco, conocemos, seguro, muchos más dichos sobre el vino, ese manjar que deambula a saltos por la mesa y hace que una conversación se alargue durante horas.
Más adelante os hablaré sobre las tres rutas vitivinícolas de Murcia: la de Bullas, Jumilla y Yecla, y así podremos aplicar las chanzas que os acabo de dejar.
Recordad: Mesa sin vino, olla sin tocino.