Por Julia Romero.
Estamos en época de coger los caracoles, pues, como dice el refrán: En abril, para mí, en mayo para mi hermano y en junio para ninguno. Además, con las lluvias primaverales, los mejores ejemplares sacan sus cuernos al sol y se posan, con total desconocimiento, sobre las espigas de los cereales, a la vista de todos.
Esta época es una llamada a los amantes de este manjar que, ante todo, deben ser pulcros en la limpieza de estos crustáceos. Su barriga, arrastrándose por el suelo, hace que engullan todo lo que encuentran en su lento caminar, preferentemente de color verde. Su limpieza debe efectuarse a conciencia. Es por ello que para disfrutar de unos caracoles a sabiendas que no ingerimos nada tóxico o amargo, debemos mantenerlos en un recipiente con orificios para que entre el aire, e ir echándoles un poco de harina de vez en cuando para que se alimenten. Suelen tardar tres días en fabricar unas heces blanquecinas, señal de que su organismo ya está limpio.
A partir de ahí habrá que realizar varios lavados con agua fría hasta que ésta quede clara. Cuando los tengamos limpios, los echamos en una cacerola con agua hasta que ésta los cubra y los ponemos al
fuego muy lento. Así, irán buscando aire y querrán escaparse del calor, haciendo asomar su carne. Se debe quitar la espuma que vaya produciéndose en la cocción, que está producida por el calor y sus babas. Una vez cocidos, cuestión de unos diez minutos, los sacamos y procedemos a darles dos o tres lavados más con agua fría.
Mientras se van cociendo podemos ir preparando la salsa que constará de:
-2 cebollas picadas finas
-4 o 5 tomates triturados
-Especias: orégano, tomillo, hierbabuena y pimienta.
-Un vaso de vino blanco
-Sal
-Una cucharada de azúcar
Sofreímos la cebolla, después los tomates y el vino. Vamos agregando las especias, la sal y el azúcar y vamos probando la salsa hasta encontrar el sabor que más nos guste en cuanto a cantidades.
Cuando está todo mezclado, echamos los caracoles y vamos revolviendo cada poco para que éstos se impregnen del sabor de la salsa. La reducción dependerá de cada uno, pues hay gente a la que le gusta la salsa resultante, y en cuanto al picante, ya se sabe: “A caracoles picantes, vino abundante”.Que aproveche, pero teniendo en cuenta que: “Con caracoles, higos y brevas, agua no bebas”.