Por Gabriel Carrión, escritor.
Crecí viendo, a través de la televisión de todos, hoy tan sólo de unos pocos cada cuatro años, a un corresponsal de guerra que con casco y micrófono con cable, nos narraba de manera magistral los conflictos bélicos de lugares infaustos e infames. Luego llegó a un plató de televisión española con un programa denominado Código Uno, y allí se lanzó a dirigir a un puñado de periodistas en busca de lo más granado y casposo de la crónica negra de la época. Lo sé, porque por aquel entonces yo trabajaba en otra cadena, en uno de esos programas donde nos dedicábamos a buscar violadas, asesinos, yonkis y desaparecidos, porque aquello daba audiencia. Cuanto más infame era la historia más audiencia, por lo que todos, por aquella e´poca tuvimos claro que ser un pedazo de “hijo de puta”, sin insultar a nadie, era lo que hacía que el engranaje de la televisión de los 90 funcionase. Aquel tipo se llamaba Arturo Pérez Reverte.
Mi intención al publicar este pequeño artículo no es glosar su figura, no lo necesita, ni tan siquiera disculpar a quienes discrepan de su intelecto o su literatura, no lo necesita. Siendo funcionario de TVE, un buen día decidió mandarlos a la mierda, por que le tocaron los cojones. ¿Qué pasó? Quien este interesado que lo busque, aunque siendo de Cartagena (Murcia) nadie dudará de que tendría razón, porque en el fondo, a pesar de que no nos guste o si, los de Cartagena siempre la tienen.
Reconozco que no leo sus libros, me quedé en el primero de Falco, sin haber leído alguno de los anteriores, me gustó El Club Dumas o Territorio Comanche y por supuesto no leeré El Italiano, su libro recién publicado, quizá porque soy de Jumilla, y los de mi pueblo no siempre nos hemos llevado bien con los de Cartagena, aunque eso es historia antigua. Pero sigo sus columna-versus página Patente de Corso, en el Magazine XL SEMANAL. Por que a los genios, aunque no te gusten tiene uno que leerlos.
Un tipo que es capaz de sentarse en la televisión marxista de ROURA y llamar mentiroso a Pedro Sánchez sin dudarlo, a la par que lo califica de Infame y “gran político”, ¡no me jodan!, es un genio. Por ello le admito.
Y cuando afirma que llamamos “al lobo como idiotas” le creo, porque eso es lo que hacemos los españoles desde hace un tiempo. Nos hemos anclado en lo políticamente correcto y parece que no debemos decir según que cosas, por eso agradezco a Pérez Reverte que diga, porque puede, porque tiene pasta, que los “movimientos totalitarios, redentores siniestros, peligrosos salvapatrias que recortan libertades y conducen a callejones oscuros”, están más cerca de lo que nos pensamos. Indudablemente Reverte se refiere a la ultraderecha, pero ¿que es hoy ultraderecha?
Y en eso es donde los de Jumilla, a lo mejor discrepamos, quizá porque sabemos del horror histórico de los totalitarismos y estamos viendo en nuestro país algunos tics que nos hacen pensar que las reglas del juego, al menos en lo que nos toca, han sido modificadas. Quizá le diría a Reverte que “ni el lobo es tan lobo, ni el cordero tan cordero”. Aún así Arturo es un hombre preciso y maestro de lo justo. Prometo leer su próximo libro, aunque en el fondo tenga claro que a él, que lo lea o no, le va a importar un carajo. ¡Enhorabuena!.